Bocados de realidad XLIII
Desde mi ventana
El atrio
Desde la
plaza, por unas escaleras, se accede al atrio que rodea la iglesia. Ya dije que
cuando yo era niño la plaza tenía jardines hasta que se reformó para
convertirla en un plaza dura. Entonces el atrio era el espacio más amplio que
teníamos los niños para jugar al fútbol, también jugábamos al frontón sobre el
muro de la iglesia, para disgusto del señor cura que algunas veces, no muchas,
la verdad, salía para reñirnos. El atrio formaba parte de la plaza, era una
zona más de juegos. Desde mi ventana veo una parte. Curiosamente y por lo que
veo, como la nueva plaza sí tiene espacio suficiente, los niños ya no juegan en
el atrio y su uso se ajusta a lo que debió ser la idea original, es decir,
un ámbito previo de acceso a la iglesia.
No obstante, en ocasiones, sí suben algunos niños para jugar allí o alguien pasa por él. Si hay unas
buenas condiciones de luz o unas bonitas sombras, aprovecho para hacer alguna
foto. Me gusta especialmente al atardecer y sobre todo en verano, cuando el sol
se pone tras la iglesia y a última hora saca brillos y texturas en las losas de
granito del suelo y en los muretes que lo cierran.
Niñas jugando (2017) |
Brisa (2017) |
Sin palabras (2017) |
A misa mayor (2018) |
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