SMR
Me
gustó que el Rey, en su discurso de navidad, afirmara con cierto
énfasis que no todo es economía.Desde luego hace falta algo más
que eso para liberar un poco nuestras mentes de esa infección
capitalista que todo lo contamina; pero algo es algo. Sin embargo
siempre queda la duda de si los discursos se los escriben o sólo se
los supervisan. Después de ver, un trozo nada más, lo confieso:
verlo completo superó mi capacidad de aguante, de la entrevista del
pasado 4 de enero ya me ha quedado claro: se los escriben.
No
me pareció el Rey una persona intelectualmente brillante: daba una y
otra vez la misma respuesta a todas las preguntas -que si lo que
hemos conseguido lo hemos conseguido entre todos, que si él es el
rey de todos los españoles, que si hemos trabajado muy duro para
llegar hasta aquí, que si éste es un país moderno...- Pero me
sorprendió más comprobar que tampoco era ese tipo dicharachero,
simpático, cercano, campechano, encantador, con un magnetismo que
hace que te caiga bien, vamos, ese personaje que no se han cansado de
contarnos -porque verlo, al natural, como en una entrevista, nunca lo
habíamos visto, siempre en imágenes o actos preparados-; en
realidad a mi me pareció un soso de tomo y lomo.
Parece
mentira que después de casi 40 años de "reinado" estemos
a estas alturas planteando estas que parecen primeras impresiones;
pero claro, todos sabemos del pacto que se hizo en la transición de
no atacar ni desde la política ni desde los medios de comunicación
a la familia real. Me parecía a mí que ya era tiempo de levantar
esa censura sin embargo, después de ver el otro día al personaje
entiendo que haya que mantenerla: se nos ha implantado una imagen que
todos nos hemos creído, algunos a pié juntillas y no se nos ha
permitido comprobar su veracidad. Si para ello se cuenta con la
complicidad de los partidos políticos y de los medios de
comunicación, además de los otros poderes del estado como el
judicial, pues ya tenemos el tinglado montado.
¿Alguien
puede imaginarse a este Jefe del Estado en una república,
defendiendo su candidatura ante otros contendientes políticos?
Es
posible que esta estrategia del muñeco fuera necesaria, se
presentaba una transición difícil tras el final de la dictadura y
había que unir voluntades. Ha funcionado, cómo negarlo; pero una
vez visto el percal ¿qué futuro puede tener? ¿estamos dispuestos a
seguir creyéndonos el cuento, a seguir teniendo como cabeza
"visible" a un personaje ficticio? Desde luego a tenor de
lo que al día siguiente publicó la prensa sobre el evento parece
que si, que pretenden seguir con la pantomima.
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