EL FUTURO ES HOY


No era un hombre excesivamente ambicioso y por eso estaba satisfecho con lo que la vida le había deparado: disfrutaba de una posición social acomodada que le permitía, sin excesos y con algunos altibajos, disponer de una vivienda digna en la que nunca faltaba la comida ni el vestido, una esposa discreta y amorosa que le había dado un hijo, ahora ya adolescente,y que, sobre todo, vivía dedicada a él, en el sentido de que nunca había osado reclamarle ni una mínima parte de la atención que dedicaba a la que era su gran pasión, la música.

No lo había tenido fácil, desde luego. Nació en una capital de provincia en el seno de una familia de tradición militar por parte de padre y el ejercito era su destino señalado; pero había heredado la sensibilidad de su madre y la vida militar le producía un rechazo visceral para disgusto de su padre, que no aceptaba esta incapacidad de ninguna manera y se mostraba decidido a hacer de él un hombre.

Hubo de huir a Madrid para estudiar música, contó para ello con la complicidad de su madre y le supuso que su padre renegara de él para siempre. Fueron tiempos duros, trabajando eventualmente para pagarse los estudios en el conservatorio y privándose de todo lo que no fuera imprescindible y, en ocasiones, incluso de ésto. Pero sin duda su talento había prevalecido y poco a poco, con gran esfuerzo, había conseguido abrirse camino hasta convertirse en un destacado intérprete de violín. Nada menos que segundo violín de la orquesta del Teatro Español de Madrid.

La música es el lenguaje del alma, solía decirle a su hijo, que había heredado su sensibilidad y su talento para la interpretación y se iba convirtiendo, bajo su magisterio, en un excelente intérprete de guitarra. Es nuestra alma la que arranca los sonidos al instrumento y por eso llega al alma de quienes la escuchan. En el alma está la esencia del ser humano, lo bueno y lo malo. El compositor puede llegar con su música a todo eso, agarrarlo y zarandearlo y por eso la música es capaz de despertar todo tipo de sentimientos, desde los más nobles a los más despreciables, hay músicas que pueden hacer llorar al más cruel de los asesinos y otras que son capaces de despertar la rabia del más pusilánime de los hombres. La música es como la mano de Dios.

Siempre habrá música, se decía cuando pensaba en el futuro, y para que haya música son necesarios los intérpretes. La música, en la partitura, no tiene vida hasta que el intérprete la hace sonar y materializarse. La partitura es inócua, no produce emociones salvo en los muy iniciados, somos los intérpretes los que poniendo nuestra alma en la interpretación, le damos vida y la hacemos llegar al alma de quienes la escuchan.

Sin duda estaba convencido de que ser intérprete de un instrumento era una profesión con un buen futuro. La música, en épocas anteriores, había sido privilegio de reyes y señores; pero ahora el pueblo llano quería también disfrutarla y esto era bueno, tanto para el propio pueblo que tenía derecho a ello como para el futuro de los que, como él y pronto su hijo, se dedicaban a interpretarla, a materializarla. Ciudades cada vez más pequeñas constituían su propia orquesta, en las ciudades grandes había ya varias, además, las buenas orquestas y los buenos intérpretes siempre harían giras que se pagaban bien. Si, un buen intérprete tenía su vida asegurada.

Aquel día, cuando llegó al teatro para el concierto semanal, encontró a sus compañeros extrañamente exaltados. Agrupados en un corro, hablaban entre ellos con gestos que transmitían una perplejidad que se hacía más evidente al observar sus rostros. Esto es el fin, nuestra ruina, ¿qué vamos a hacer ahora? ¿de qué viviremos? Alcanzó a oir mientras se acercaba.
Parece ser que alguien, le explicaron finalmente, en América, ha inventado un aparato capaz de grabar la música en una especie de disco que puede reproducirse luego en la propia casa o donde uno quiera y cuando a uno le apetezca. Ya no serán necesarias las orquestas, con que una de ellas, la mejor del mundo, grabe una sinfonía, ya todo el mundo que tenga ese aparato podrá escuharla cuantas veces le venga en gana. ¿Quién va a venir a los teatros? Ya nadie tendrá la necesidad de asistir a los estrenos para conocer las últimas obras de los compositores porque podrá escuharlas sin salir de su casa.

Ese día ejecutó la mejor interpretación de su vida. Poseido por la sensación de que querían robarle lo que más amaba tocó para demostrarle a todo el mundo y a sí mismo que era imprescindible.

Cuando terminó el concierto no hubo más charlas, los músicos recogieron sus instrumentos en silencio, ensimismados en sus pensamientos.Volvió a casa caminando cabizbajo, embotada aún su mente por el extasis que había alcanzado en la interpretación y por las ideas que, desordenadas y nuevas, aparecían como chispazos, incontroladas. Se sintió viejo, ajeno a unos nuevos tiempos que estaban cambiando de una forma que sólo hasta ayer era incapaz de imaginar. Y el futuro... ¿quién podía imaginar el futuro?

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Que buen texto! Lo mejor de todo es que tiene varias interpretaciones, aunque no lo parezca. ¿Ha sido la música grabada perjudicial para los intérpretes? El caso es que hoy me siento igual que ellos, al pensar en internet. Supongo que los autores y copiadores de incunables sintieron lo mismo al salir la imprenta. Y los herreros las fundiciones y... Mmmmmmm, creo que internet es todos esos avances pero juntos y multiplicados por... en fín, que sé yo. Una cosa está clara. Comercio y arte no son la misma cosa. Y el arte existirá siempre, aún sin comercio, porque el ser creativos es patrimonio y necesidad del ser humano. Muy buena tu historia. Recuerdo que lo mismo expuso el bueno de Hesse en un pasaje del Lobo Estepario. Destila el mismo triste e inevitable miedo de los personajes ante algunos cambios que no comprenden.
Bien, bien!!
Un abrazo.
MJGE ha dicho que…
Muchas gracias Javi. Me alegra que te haya gustado.
Captas perfectamente lo que he pretendido expresar en el relato. También estoy de acuerdo contigo en que la creacción artística es consustancial al ser humano, al menos a los artistas, y que no tiene nada que ver con el mercado. El hecho de que los artistas puedan vivir de ello, por suerte o por desgracia, no es más que una circunstancia histórica que, en un momento dado, vino propiciada por un avance tecnológico como la imprenta o la grabación y reproducción de música y que ahora, otro avance tecnológico como internet y la tecnología digital vienen a acabar con ellas o, en cualquier caso, a abrir un nuevo escenario. Por eso me parecen un tanto ingénuas estas leyes que pretenden regular internet y evitar las descargas argumentando, de manera tramposa, que pretenden proteger la creacción artística, cuando está claro que lo que en realidad pretenden es mantener la industria de la distribución.

Saludos.
Lansky ha dicho que…
Mucho peor que el laismo, buscado o inevitado, es escribir con paquetes retóricos tópicos, como "su esposa le había dado un hijo..." Por favor

Un saludo

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